14.1.10

A Ignacio Manuel Altamirano, en el 175 Aniversario de su Natalicio (1834)

Intervención del Diputado Efraín Ramos Ramírez, Coordinador Parlamentario de Convergencia.



El 13 de noviembre de 2009, los guerrerenses celebramos el 175 Aniversario del Natalicio del ilustre Maestro, político, diplomático, historiador, humanista, literato y legislador, Licenciado Ignacio Manuel Altamirano Basilio. La histórica ciudad de Tixtla lo vio nacer en 1834; por tal motivo, el Grupo Parlamentario de Convergencia, se honra en pronunciar este mensaje para conmemorar la figura de una de las glorias de las letras mexicanas, de quien los guerrerenses nos sentimos profundamente orgullosos.

La habilidad y el talento del niño Altamirano, de raza mestiza, logró romper las barreras raciales, al obtener una beca en el Instituto Literario de Toluca, ahí tuvo como maestro y guía a Ignacio Ramírez “El Nigromante”, quien cultivó en el estudiante tixtleco la ideología liberal, de corte jacobinista, y la vocación literaria y el periodismo crítico.

El Colegio de San Juan de Letrán de la ciudad de México, le abrió las puertas para estudiar la licenciatura en Derecho; el cuarto modesto donde vivía el estudiante Altamirano era considerado como “el centro de las letras y el foco de la política juvenil”. Sin embargo, el llamado a las armas por la revolución de Ayutla en 1854 que encabezara el general Juan Álvarez para derrocar al dictador Antonio López de Santa Anna, trocó los libros por las armas.

Cuando estalló la Revolución de Ayutla, Altamirano tenía 19 años. La fecha en que se reunió el Congreso Constituyente Liberal de 1856-17, frisaba los 22 años de edad, de haber tenido la edad mínima de 25 años que se requerían para ser diputado, hubiese sido un legislador extraordinario como lo fue Vicente Riva Palacio, nieto del general Vicente Guerrero. Sin embargo, cuando Altamirano llegó al Congreso unicameral como diputado por primera vez al término de la Guerra de Tres Años, tenía 27 años. Era un joven radical, intransigente, porque así lo exigían las circunstancias que él vivió en su lucha ideológica y de armas en contra de los conservadores.
Después del triunfo de la revolución de Ayutla, Altamirano regresó a terminar sus estudios, obteniendo excelentes calificaciones

El periodismo que había aprendido de “El Nigromante”, fue una de sus trincheras en defensa de la independencia, de la libertad, de la soberanía y de la democracia. Sabía manejar la pluma tanto como la espada, esta última la supo usar en la Guerra de Tres Años al lado de los generales Juan Álvarez y Vicente Jiménez Bello. Y se cubrió de gloria en el Sitio de Querétaro en el que fue derrotada la invasión francesa. El presidente Benito Juárez, desde El Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, el 12 de octubre de 1865, le envió su nombramiento de coronel del Ejército Republicano como reconocimiento a su lucha tenaz en defensa de nuestra Nación.

Altamirano fue un periodista de excepción, ilustrado, certero, orientador, editor de El Renacimiento, la revista literaria de mayor trascendencia de su época, con la que contribuyó al lado de Juárez en 1869, a la Restauración de la República; En El Renacimiento escribieron las plumas de mayor brillantez de su tiempo: Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Vicente Riva Palacio y Guillermo Prieto; y los jóvenes talentosos como Manuel Acuña, Manuel M. Flores, Justo Sierra y Juan de Dios Peza. El escritor José Luís Martínez opina de esta revista como el mejor espacio periodístico de aquella época, porque ahí estaban representados los mejores talentos del liberalismo y el conservadurismo mexicano.

Fue también un novelista de excepción, es autor de las novelas: Clemencia, Navidad en las Montañas y El Zarco; y de cuentos cortos como Atenea, Antonia, Beatriz y Julia; la mayoría de las novelas fueron del género costumbrista. Por todas estas virtudes, Altamirano fue llamado Gigante de la Cultura y del Patriotismo; teórico y hombre de acción, difícil muchas veces combinar estas dos características. Muchos hombres son gigantes sólo del pensamiento, otros son gigantes sólo de la acción, de la práctica; pero pocos son gigantes en el pensamiento y en la acción, pocos son los que afirman con sus hechos lo que dijeron, lo que pensaron.

Altamirano es uno de los grandes representantes de la segunda revolución histórica de México, la Revolución de Reforma. Constructor de la educación y de la cultura nacional. Fundó la Escuela Normal de Maestros y apoyó decididamente la educación popular, gratuita y laica.

En el sector público, Altamirano fue Ministro y Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Procurador General de la Nación, Oficial Mayor del Ministerio de Fomento. Todo el fuego de su pasión y de su talento fue puesto como servidor público, eficiente y honrado; cualidades difícilmente de encontrar ahora en este siglo XXI. Altamirano fue dos veces diputado federal, la primera en 1861, con la emoción entera y el fragor de sus 27 años de edad y la segunda en 1881, en la madurez de sus 47 años.
 
Al iniciarse su segunda estadía en la Legislatura X, en septiembre de 1881, fue electo Presidente de la Cámara y con ese carácter dio contestación al Informe Presidencial que presentó el Presidente de México, general Manuel González, compadre de don Porfirio Díaz. En esta Legislatura presidió con gran lucidez la Comisión de Instrucción Pública. En la primera ocasión legislativa representó a su natal distrito de Tixtla y en la segunda a una circunscripción electoral de San Luis Potosí.


Son 25 los discursos que durante esos dos periodos dan testimonio de Altamirano por la Cámara de Diputados. Todos ellos, relevantes, debido a su contenido y ardiente oratoria, como tribuno excepcional. En la primera oportunidad que subió a tribuna, su discurso es sólo un chispazo, una breve exposición para hechos en la que fijó su invariable posición como diputado; ahí dijo que el bienestar del pueblo sería siempre su divisa, su ley suprema. La intervención fue recogida sumaria y en forma descuidada por el Diario de los Debates, debido a que el nuevo diputado tixtleco era un desconocido para los taquígrafos de la época.

El segundo discurso en tribuna, le dio inmediatamente presencia nacional, pues fue su célebre alegato contra la amnistía que se tramitaba en favor de quienes habían promovido el golde de Estado de Comonfort y precipitado al país en la cruenta Guerra de Tres Años.

“Yo soy hijo de las montañas del Sur y
desciendo de aquellos hombres de hierro que han preferido siempre comer raíces y vivir entre las fieras, a inclinar su frente ante los tiranos y a dar un abrazo a los traidores...”

En aquella ocasión, en su discurso cargado de emoción y portador de la ideología liberal, dijo: “Pero yo no quiero transacciones. Yo soy hijo de las montañas del Sur y desciendo de aquellos hombres de hierro que han preferido siempre comer raíces y vivir entre las fieras, a inclinar su frente ante los tiranos y a dar un abrazo a los traidores. Nosotros debemos tener un principio en lugar de corazón. Yo tengo muchos conocidos reaccionarios; con algunos he cultivado en otro tiempo relaciones amistosas; pero protesto que el día en que cayeran en mis manos, les haría cortar la cabeza, porque antes que la amistad está la patria; antes que el sentimiento está la idea; antes que la compasión está la justicia”. Si se analiza la participación de Altamirano como legislador y representante popular, sobre todo en su primer ejercicio, aparecen de inmediato los temas que fueron razón de su vida: la defensa apasionada de la soberanía nacional; el triunfo y efectividad de las ideas liberales; la vigencia de las garantías individuales; la ilustrada independencia que en el marco de la Ley toca al Congreso frente al Ejecutivo; la pasión por la educación del pueblo y la congruencia absoluta entre el pensar y el decir, entre el decir y el votar.
Durante su segundo ejercicio como diputado, Altamirano era ya una figura nacional. El país era otro y también sus problemas. Unos cuantos años de paz habían obrado milagros; la ansiada explotación de los recursos del país y el desarrollo de sus fuerzas productivas se insinuaban ya en muchas áreas. En sus últimos momentos de su vida, Altamirano fue enviado por el dictador Porfirio Díaz como Cónsul en España, posteriormente, a Francia al permutar con el escritor Manuel Payno, de quien dijo en su incendiario discurso, que le cortaran la cabeza por traidor. Aún en el exilio el ilustre tixtleco siguió brillando en Congresos internacionales, su rol de intelectual nunca estuvo en duda, se daba el lujo de intervenir en francés, inglés, alemán, y no se diga en español, era un maestro de la retórica del idioma de Cervantes, o de Neruda.

El ex gobernador José Francisco Ruiz Massieu, inmortalizó la figura de don Ignacio Manuel Altamirano al fundar La Semana Altamiranista y al apoyar a los diputados originarios del Estado de Guerrero, para que lograran que se inscribiera el nombre de Altamirano en el Muro de Honor con letras de oro en el recinto de la Cámara de Diputados en 1992-1993. Para honrar la memoria del Maestro Altamirano, el 13 de febrero de 1960 fue inaugurado, en el parque Ormond, de San Remo, el monumento de bronce con la figura legendaria del ilustre diplomático, que el gobierno mexicano obsequió en testimonio de amistad al gobierno de Italia. Por su parte, la Universidad Autónoma de Guerrero, también para honrar la memoria ilustrada del Maestro Altamirano, el Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados, ubicado en el puerto de Acapulco, lleva su nombre.

Enfermo, Altamirano falleció el 13 de febrero de 1893, hace 116 años, lejos de su patria, en San Remo, Italia, pero falleció como vivió, siempre pobre en bienes materiales, pero inmensamente rico en ideas y acciones en defensa de México.

El Maestro Altamirano aún vive y vivirá en nuestro recuerdo…

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Es una publicación del Comité Directivo Estatal en Guerrero. Director General de la Revista Convergentes y presidente del CDE, Diputado Efraín Ramos Ramírez. Coordinador de Finanzas del CDE y Gestión Administrativa de la Revista Convergentes, Lic. Cleodulfo Eziquio López. Diseño y edición de la Coordinación de Comunicación y Medios. Se distribuye en las siete regiones de Guerrero mensualmente.

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